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Sufriendo en la dirección equivocada
No era la primera vez que habían estado a punto de dejarlo, y en esta ocasión a Patricia le volvían los mismos miedos que las veces anteriores. Dejarlo significaba terminar con esas situaciones que hacían cada vez más difícil su relación y que le provocaban mucho sufrimiento, pero también significaba tener que perder muchas cosas de su vida, incluso personas, y sabía que esas pérdidas también le iban a hacer sufrir.
Ése era el motivo por el que lo habían vuelto a intentar en anteriores ocasiones, y lo que hacía que, a pesar de que su situación ya era insostenible, no se atreviera a dar el paso tampoco esta vez.
Todos los miedos que tenemos cuando una relación termina, podrían resumirse en uno solo: miedo a sufrir. En ocasiones no sólo a sufrir nosotros, sino también otras personas que queremos.
Es un sentimiento totalmente normal tras una ruptura, que con frecuencia nos paraliza y nos mantiene en la zona de sufrimiento que ya conocemos, sobre todo cuando el sufrimiento que conocemos es “soportable” y prevemos que el sufrimiento al que nos vamos a tener que enfrentar va a ser muy doloroso.
Hay muchos buenos motivos para volver a intentarlo antes de romper definitivamente una relación, pero en ningún caso el motivo debería ser el miedo al sufrimiento. Cuando el motivo es éste, tenemos que ser conscientes de que ya estamos sufriendo, que estamos sintiendo justo lo que queremos evitar sentir y que además es un sufrimiento que no nos lleva a ninguna parte.
Enfrentarnos a ese miedo y dar el paso para salir de esa situación de dependencia emocional, nos conduce a un sufrimiento que se puede superar, del que se puede salir y es un sufrimiento que sí nos lleva a algún sitio.