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No quiero ser una media naranja, quiero ser una naranja entera

Yo no quiero ser la media naranja de nadie, quiero ser una naranja entera. Ya he sido media naranja y cuando la otra mitad se ha ido, me he quedado así, partida, a medias, sin la mitad con la que yo creí que iba a estar completa, sin darme cuenta de que yo ya estaba completa, que era una naranja entera y que lo que había hecho era desprenderme de una mitad de mí misma para hacer sitio a una mitad ajena.

Menos mal que soy como las estrellas de mar, capaces de regenerar solas los brazos que han perdido y por eso he recuperado mi propia mitad. Tengo que reconocer que soy un poco distinta a como era antes… pero creo que ahora me gusto más…

Tener pareja es maravilloso si la relación va bien, pero aún así es típico renunciar a una parte de nosotros mismos por la otra persona, y cuando la relación termina, nos sentimos incompletos.

Tras una ruptura, la mayoría de las personas intentan recuperar a los amigos que habían tenido “abandonados”, y está muy bien, pero deberíamos ir más allá y tratar de recuperarnos también a nosotros mismos, a esa parte de nosotros de la que nos habíamos desprendido para hacer sitio a otra persona.

Supone mirar hacia adentro, ver qué queda de la persona que éramos antes de haber tenido esa relación, quiénes somos ahora y cómo queremos “regenerarnos” para volver a ser un ser completo.

Y es desde ahí, desde un ser completo y emocionalmente independiente y sano, desde donde podemos construir nuevas relaciones en las que deberíamos ser capaces de seguir manteniéndonos completos y emocionalmente independientes.

Igual que desde la independencia económica podemos disfrutar y compartir nuestro dinero, desde la independencia emocionalpodemos compartir emociones con otras personas, pareja o no pareja y disfrutarlas mucho más.

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